miércoles, 12 de diciembre de 2007

Perfil:

Ex candidato presidencial de Juntos Podemos:

Tomy, el místico
Tras ser el abanderado de Juntos Podemos Más en las últimas dos elecciones presidenciales, además de ser el vocero del humanismo en Latinoamérica, no queda duda de que Hirsch es un peso pesado en el izquierdismo. Su influencia es tal, que llega incluso a niveles espirituales en el movimiento humanista.
----------------------- Por Juan Villagrán S.

Tomás Hirsch para los lejanos, Hirsch para los detractores; Tomás para los simpatizantes, Tomy para los amigos. Aquí llamaremos de todas las formas a este hombre, que se ha postulado a Presidente de la República, diputado, alcalde, concejal e incluso presidente de curso. Eso sí, todo lo ha ido desarrollando paso a paso, desde que llegó al siloísmo (corriente directriz del pensamiento humanista) a los 15 años, pasando por la recolección de firmas en las poblaciones paraTomás Hirsch para los lejanos, Hirsch para los detractores; Tomás para los simpatizantes, Tomy formar al Partido Humanista en 1982, hasta ser un líder absoluto en el humanismo nacional.

El mito de la caverna

El silencio es un momento máximo para Hirsch. En ese estado, logra desarrollar una de sus actividades favoritas: Leer. Es un verdadero devora-libros. Tiene una oficina dentro de su casa que parece una caverna llena de textos en estantes, arriba de sillas, esparcidos en el escritorio, hasta botados en el suelo. Pero la verdadera cueva de Tomás es la del campo. Ahí medita, se encuentra con “lo sagrado”, se conecta con el más allá, según él mismo. También se ha transformado en un investigador del fuego. Cree que entorno a las llamas se refleja el cambio más importante del ser humano, por lo mismo vive ese proceso de creación del fuego, que consiste en la conservación de las llamas (dentro de la cueva) y el manejo de este elemento. Para eso se junta con sus amigos del movimiento humanista y hace todo este ceremonial, que termina canalizándose en el trabajo de tres materiales: la arcilla, los metales y el vidrio. Hacen figuras de todo tipo con estos materiales, de hecho tiene una gran colección de figuras en su caverna de Santiago, entre las que destacan moais y grandes máscaras de arcilla.

Además de toda esta onda personal con el fuego, participa activamente en los ceremoniales de los humanistas. Por esta serie de ritos, algunas personas tildan de secta a los seguidores de Mario Rodríguez Cobos, más conocido como Silo, gran amigo personal de Tomás Hirsch.

De la tortilla a las papas con cáscara


Si hay algo que distingue al partido humanista, son las campañas para las elecciones. En la carrera presidencial de 1999, Hirsch sorprendió con una tortilla, cocinada por él mismo y que simbolizaba la repartición del poder en las dos coaliciones más “poderosas”. Era algo distinto a lo que mostraban los otros candidatos, que aparecían abrazados con personas de sectores populares o recorriendo todo Chile. Luego vino la campaña de “empelotados”, donde Tomás estuvo ausente, argumentando que “se imaginaba en una situación embarazosa”. Finalmente, en 2005 este hombre que tiene una mirada como si le estuviera llegando el sol permanentemente, arrasó con “la micro de Tomás”, una canción que pegó mucho en la población, sobre todo en los más jóvenes. Con este gancho y el aparente éxito, la coalición izquierdista estimaba que en esa elección tendrían una cantidad de votos que llegaría a los dos dígitos porcentuales. Sin embargo, contrariando sus proyecciones, llegaron a un 5,4%.

Tomy no sólo cocina tortillas (pero sin ajo, es lo que más odia), si no que también hace de vez en cuando papas con cáscara, plato que sorprende a muchos de los invitados que van a su casa, que ha sido la eterna sala de reunión de los humanistas.

Un pañuelo, por favor

Tomás Hirsch (51) cuando joven, era la antítesis de lo que es hoy en cuanto a temple. Se le reconocía como un buen alumno y muy desordenado. Era de los que se sentaba atrás a molestar sin descanso. Con Tomás se rompía la regla que para ser un buen alumno había que estar peinadito y ordenado. “Yo güeviaba, pitiaba y salía. Igual saqué puntaje nacional en matemáticas en 1974, y eso que no me acuerdo si la di borracho o volado”, cuenta el mismo Tomás. En cambio ahora está avejentado y achacoso. Tiene pie plano, lo que le trae dolores a la cadera y su estómago es muy sensible, por eso toma café cortado. A pesar de todo igual juega tenis de mesa.

Tomy es gruñón. Desde que formó su familia le ha complicado compatibilizar su extrema puntualidad con la demora en arreglarse de su hija y su esposa Juanita, lo que hace que el líder humanista explote y toque la bocina de su auto un buen rato apurándolas. Pero la dualidad de Tomás está cuando quiere compartir con sus cercanos, en especial ver alguna película. ¿El resultado? Casi siempre termina llorando, en especial con “La Lista de Schlinder” y “Los Coristas”.
Tomasito y su combo

El sempiterno candidato, que espera ser nuevamente el abanderado presidencial del pacto Juntos Podemos Más, está retomando algo que siempre ha sido su pasión: la música, y cómo no, si su madre y su hermano fueron músicos. Tomás toca la flauta y está armando un grupo, junto a su amigo Rafael Edwards, de tipo cantus, que es un estilo de música sagrada de Los Andes.

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